Hay que tener en cuenta una cosa importante: las descripciones de los personajes, unos reales y otros ficticios, están realizadas en base a pequeños episodios de la obra. Si realmente quieres saber cómo son, deberás leerla. Ah, y siempre visto desde una perspectiva personal que bien pudiera ser la tuya.
Guillermo, pese a que su edad andaba cerca de concluir la tercera década de existencia, no aparentaba sobrepasar la segunda. Su pequeña nariz respingona estaba cubierta de diluidas pecas que se extendían hasta los rabillos de unos ojos verdes, achinados, desprovistos de cualquier arruga, que desprendían un aire de nostalgia que se podía confundir fácilmente con cierta ingenuidad. Sobre sus finas y cuidadas cejas caían los extremos lacios de un pelo negro como el carbón y grueso como la crin de un caballo.
Los tres amigos de Guillermo giraron sus miradas sobre él.
- El tema es ETA.
- Ah. Interesante. - Interrumpió Andrés.
- La primera opción es la que nos venden en el telediario: Es un grupo independiente de vascos con el potencial de matar al que se propongan para conseguir un país libre en las Vascongadas. Desde un presidente de Gobierno hasta un soldado sin que el Estado español pueda hacer nada contra ellos. La segunda sería un grupo de vascos dirigidos y alentados por el Gobierno francés para debilitar a España haciéndole daño en las fronteras. Y la tercera: ETA es un grupo creado por la clandestinidad política española en tiempos de Franco, que consiguió derrocar un régimen en decadencia y ahora está haciendo una limpieza en los estamentos militares y policiales de los reductos de dicho régimen...
A Alfonso XIII, el padre de don Juan y abuelo del Rey, por lo visto, le gustaban más las faldas que a nadie. Según parece, su íntimo amigo don José de Saavedra y Salamanca, segundo marqués de Viana, Grande de España y suegro de la dueña del palacio donde ahora trabajas, era también su camarada en prepararle y taparle escándalos. Pensad que entre las fiestas que se montaban en Moratalla con los títulos de monterías, semanas del polo y demás, y que después, las dos familias veraneaban juntas en el Palacio de la Magdalena, en Santander, pasaban gran parte del año juntos.
- El caso es que, como le he dicho a Pedro esta mañana, el parecido físico de Alfonso XII y Alfonso XIII con el de don Juan es como el mío con el cantante de Glutamato Ye-Yé.
Una fotografía de Victoria Eugenia y la infanta Beatriz de Orleans en el palacio de la Magdalena, de Agosto de 1915, dedicada al marqués con esta frase: "Al Jefe que nos ayudó a alegrar el verano en La Magdalena. Victoria Eugenia y Beatriz".
Al llegar cerca de este recinto acotado por muros que comprendían las cuadras de la casa y no las que se habían habilitado para la ocasión, quedé abochornado al contemplar la dantesca escena del marqués, tras una esquina, en actitud cariñosa con la mismísima señora a la que mis letras, años antes, habían vilipendiado a juicio de mucha de la gente, en las páginas del diario.. Doña Victoria Eugenia de Battenberg.
Según parece, su íntimo amigo don José de Saavedra y Salamanca, segundo marqués de Viana, Grande de España y suegro de la dueña del palacio donde ahora trabajas, era también su camarada en prepararle y taparle escándalos. Pensad que entre las fiestas que se montaban en Moratalla con los títulos de monterías, semanas del polo y demás, y que después, las dos familias veraneaban juntas en el Palacio de la Magdalena, en Santander, pasaban gran parte del año juntos.
El marqués de Villavieja, el de Santo Domingo, los duques de Peñaranda y Arión, el conde de la Maza, don Justo San Miguel y los ingleses lord Winsborne, mayor Lannovre, y los capitanes Tomkinson, Barret, Palmer, Lockett, Badyer y Railston, serían los que aquella semana jugarían junto al Rey y a su fiel amigo y consejero, marqués de Viana.
- En realidad mi pregunta es para el señor concejal de Cultura, don Rodrigo del Turia.
Rodrigo hizo un ademán de sorpresa a modo de tic facial rematado por un brusco pestañeo. Sonrió levemente y preguntó amablemente:
- Buenas tardes caballero. ¿En qué puedo ayudarle?
- Me gustaría decirle, con todos los respetos, que a este gobierno municipal siempre se le llena la boca a la hora de ensalzar los logros, pero la realidad es que luego llegan los sevillanos y expolian todo nuestro patrimonio.
El nuevo cliente se quitó las gafas y unos guantes de cuero marrón, se desanudó la bufanda, cogió un botellín de cerveza que Manolo había colocado con notoria apatía sobre la barra y se dirigió hacia una escondida mesa en la que tres hombres de su edad debatían de forma relajada.
- ¡Hombre "Turi"! Ya creíamos que no venías. - Le reprochó cordialmente el contertulio que le vio venir de frente.
- ¡PUF! Perdonadme el retraso... - Resopló con sus prominentes labios. - Lo de anoche fue lamentable.
Apoyó la cerveza sobre el tablero cuadrado de la mesa de madera, mientras los otros dos asistentes giraban sus cabezas hacia él con un gesto sonriente de complicidad.
- ¿Te la pegaste ayer, no bribón? - Preguntó uno de pelirrojas barbas y piel sonrojada mientras el de su derecha le ofrecía algo que parecía ser un cigarro mal liado.
El ejecutivo sacó un paquete de tabaco Winston blando del bolsillo derecho de su chaqueta. Guillermo observó que la etiqueta azul del precinto de ese extraño paquete indicaba que era tabaco de importación.
- ¿Quieres uno?
- Sí, por favor.
- Lo compro en el avión. Es una de las pequeñas ventajas de estar todo el día viajando de un país a otro.
Ambos encendieron su pitillo con el mechero del director y tras una profunda calada éste le preguntó.
- No, hombre. El tío Diego era el hermano de mi abuela. Él nunca se casó… pero no era mariquita ni nada de eso, era por lo contrario: le gustaban demasiado las señoritas… Toda su vida detrás de una falda. Pero ninguna consiguió nunca atraparlo.
El elegante jubilado mordió otra tortita de camarones, acompañó al mordisco con un pequeño sorbo de su catavinos mientras el archivero sonreía con la mitad derecha de su cara y los ojos abiertos como una lechuza, ante tan sincera confesión.
- Pasa, pasa la página y termina ese capítulo. – Le instigó el archivero.
".. En ese momento de enormes dudas, intenté replegar mi avance con la máxima discreción, de tal embarazosa situación, con la firme intención de haber sido testigo mudo, sordo y ciego por las enormes complicaciones que aquello podría acarrear a mi persona. Pero en mi lenta huida, tuve la mala fortuna de ser sorprendido en la distancia por la mirada del adúltero en cuestión.."
- ¡No puedo seguir! Dime. ¿De dónde has sacado esto?
- Son las memorias de un marqués sevillano, el de Toquellón