El rey, acompañado de la reina, la visitó [la finca de Moratalla] a los pocos meses de nacer el Príncipe de Asturias el 20 de febrero de 1908 y desde entonces, hasta 13 fueron las visitas reales, tanto a solas como acompañado de la Reina y dando muestra de sus visitas el azulejo que se encuentra en el patio de entrada principal, hoy convertido en jardín romántico, habiéndose incluido en el centro, un antiguo cenador con bancos de piedra y fuente de mármol, con dibujos de boj traídos desde el Pazo de Oca en Galicia, todo ello realizado por el actual propietario.
...por mediación del de Viana, empezó a ser invitado de nuevo a los partidos de polo que organizaba el marqués en su finca de Moratalla...
- ¡No! - Contestó con contundencia la voz telefónica. - Llamo para denunciar que aquí, junto a mi casa, en la puerta del Palacio de Viana, a plena luz del día y sin que la autoridad lo impida, hay aparcados tres inmensos camiones de mudanza. Están cargando todos los muebles del Palacio. Y mi pregunta es: ¿Es eso defender a nuestro patrimonio? ¡Muchas gracias!
- ¡No seas tonto! – Le interrumpió. – Las entidades bancarias son de las pocas empresas que van a más en esta ciudad de improductivos. Ahora se han quedado con el Palacio de Viana. De momento lo tienen en alquiler hasta que la señora muera. Sabe Dios qué montarán allí el día que eso suceda, y tú ya llevarás bien situado un tiempo.
Este bar Correo es un punto de encuentro de trabajadores y desocupados de clase media. Ubicado en la calle Jesús María, junto a la plaza de las Tendillas, en su diminuto y descuidado local de decoración de los años treinta no cabían más de diez personas al mismo tiempo. Esto hace que sus dos productos estrella y casi únicos, cerveza y tapa fría, se consuman a cielo descubierto por el casi centenar de parroquianos, que a eso de la una de la tarde se arremolinan alrededor de su estrecha puerta, colapsando la no tan ancha calle.
Absorto en su increíble pero autosuficiente excusa, dejó atrás la esquina de dicha puerta y tras un típico zigzag de la arquitectura urbana de aquel barrio, entró en la calle Romero. Sus papilas gustativas comenzaron a aguarle la boca cuando un torbellino de olores abrasados en carbón de encina que salían por un ventanuco enrejado con listoncillos de madera, hacia mitad del camino, abordó su olfato.
Hacia la mitad del callejón detuvo su caminar, contempló ligeramente la plaza de su derecha y entró por una puerta situada a su izquierda. Ya en el interior, ese fascinante y cálido olor le abrazó con fuerza provocándole un vuelco en el estómago.
Tras varios meses de inactividad por el estío, el cuidado comercio y los atractivos bares de la sevillana calle Sierpes habían despertado de este forzoso letargo con la alegría que en ella eran característica.
La asombrosa variedad de pieles tostadas por el sol atlántico de la colonización, a la que Cádiz y Huelva se veían sometidas por parte de la mayoría de los habitantes hispalenses, combinaba a la perfección aquella mañana de sábado con los atuendos ligeros y floridos que parecían indicar que la playa se encontrase a escasos metros de allí.
- Pues, aún no me lo ha dicho. Pero debe ser una de las gordas porque, y esto es lo mejor, en dos días me mandan a Madrid, a Televisión Española, para participar en el programa; Esta Noche Hablamos, a empezar a promocionar el libro antes del lanzamiento. Y por cierto... ¡Estoy jiñado!
El programa Esta Noche Hablamos que emitía la segunda cadena de Televisión Española, era un espacio muy conocido en los ambientes culturales en el que mediante tertulias, en la tarde-noche de los jueves, se debatía entre unos invitados especializados un asunto y estaba dirigido por el famoso presentador y literato Rogelio Ventura.